Mientras se ha hablado de espíritus malignos, fantasmas y demonios, ha habido historias de cómo atarlos, someterlos y encerrarlos. Para nosotros es natural atacar y tratar de controlar lo que no entendemos, subyugarlo y domesticarlo.
Durante muchos siglos se han realizado esfuerzos para atraer y atrapar demonios, espíritus malignos y otras entidades más allá de nuestro entendimiento, y servir como una especie de antecesor histórico de las trampas de fantasmas.
La idea de atrapar fuerzas malévolas no es realmente una nueva, ha estado ocurriendo de una u otra forma durante muchos siglos.
En la antigua Babilonia, los caldeos, zoroastrianos y judíos solían utilizar tazones de terracota con hechizos mágicos de los siglos III y VI, que después fueron enterrados boca abajo en las cuatro esquinas de los cimientos de los edificios.
Se dijo que estos tazones protegían el mal en muchas formas, desechaban demonios, y espíritus malignos, y se usaban en áreas tan variadas como casas, edificios oficiales, lugares de reunión locales, granjas e incluso cementerios.
Los tazones místicos mismos tenían grabados hechizos en hebreo o arameo, que estaban inscritos en una espiral por los lados hacia el fondo. Los cristianos también usaban estos tazones, marcados con textos antiguos en el alfabeto siríaco, y en realidad estaban bastante extendidos, más allá de los límites religiosos.
En Europa era común usar trampas de espíritus conocidas como “botellas de brujas” para capturar espíritus.
Estas botellas estaban llenas de pelos, recortes de uñas y otros rastros físicos como sangre u orina como “señuelo” para engañar a un espíritu maligno y hacerle creer que había localizado a alguien a quien estaba buscando.
Cuando entraba en la botella, el recipiente se cerraba herméticamente, se adornaba con vidrio y espejos para mantener al espíritu aprisionado, después procedían a enterrarlo en un punto de agua corriente.
Hay varias versiones de esto, con algunas tradiciones que requieren que se realice un ritual obligatorio antes de que el espíritu pueda ser atrapado adecuadamente dentro de la botella.
Desafortunadamente, se dice que estos mismos procedimientos también pueden capturar almas humanas.
Las trampas para demonios también eran muy populares en la Europa medieval, donde el miedo y la incertidumbre hicieron que los espíritus malignos y los demonios fueran algo muy real para gran parte de la población.
Tales cosas fueron escritas en el Antiguo Testamento de la Biblia, donde la leyenda del rey Salomón dice que el majestuoso Arcángel Miguel le dio un anillo, inscrito con un sello mágico llamado el “Sello de Salomón”.
Este anillo mágico aparentemente le dio el poder de controlar a los demonios, y ha sido descrito de alguna forma u otra en la cultura cristiana, islámica y judía.
Todo esto se convierte en la creencia de que los demonios vagabundos podrían quedar atrapados dentro de ciertos objetos, especialmente aprovechando el hecho de que estas entidades eran bastante estúpidas y seguirían cosas brillantes, ciertos símbolos o artefactos para quedar infinitamente en su perdición.
En muchos casos, las trampas de demonios de la Europa medieval consistían en símbolos que atraían la curiosidad de un demonio y luego lo sellaban con un bucle sin fin. Estos símbolos eran diseñados para que cualquier demonio que pasara fuera atraído, lo cual quedaban encerrados dentro del símbolo y después fueran enterrados.
Con una historia tan larga, las trampas de demonios fueron desenterradas en la era moderna, dejando en libertad nuevamente a entidades demoniacas, esto sucedió en 2014, cuando los arqueólogos ingleses levantaron las tablas del piso de una casa abandonada y encontraron que el lugar estaba grabado con líneas de intersección talladas y símbolos indicativos de las trampas demoníacas.
Mientras haya habido creencia en los espíritus malignos y en los demonios, hay leyendas de que estas entidades pueden ser protegidas, controladas o incluso capturadas. Dado que estos mitos abarcan culturas y países, vale la pena pensar si hay algo en todo esto.
¿Qué piensas? Es una pieza interesante de la historia mística que es muy poco conocida por el mundo, pero que, sin embargo, es generalizada.