La ciencia utilizada en “Jurassic Park” no está lejos de la realidad y se acerca a pasos agigantados.
Nació como una idea, pero al día de hoy, las posibilidades de traer a la vida al mamut lanudo están cada vez más cerca de hacerse realidad. Actualmente el desafío es prácticamente un hecho y solo resta esperar para verlos nuevamente sobre la tierra.
Ahora una nueva polémica rodea la investigación de revivir esta especie o cualquier otra: ¿Quién será su dueño? ¿Tendrá una patente?
La compañía estadounidense planea utilizar secuencias de ADN de un mamut e insertar el genoma en hembras de paquidermo, es decir que los primeros mamuts nacerán del vientre de elefantes modernos.
Esto desemboca un problema tanto de ética como legal. El animal resultante no sería técnicamente un mamut lanudo como los de hace 10 mil años, si no un híbrido producto de un laboratorio científico.
¿Cuáles serían los beneficios de revivir al mamut?
A la par del debate legal, los científicos aseguran que el renacer del mamut tendría consecuencias ambientales positivas, como el permitir restablecer pastizales y ralentizar el deshielo en el Ártico.
Con estos objetivos en mente, la empresa ha logrado conseguir un financiamiento que alcanza los 15 millones de dólares y no solo planea revivir la especie, si no patentar el método para revivir animales extintos.
El tema de las patentes sobre nuevas criaturas tiene antecedentes en un artículo que publicó Journal of Law and the Biosciences en 2020, donde se asegura que al menos en Estados Unidos, las especies revividas pueden ser patentables.
Mientras que en Europa, el dilema ético y moral objetan el régimen sobre las patentes de los seres vivos, más allá de su procedencia, siendo el escenario europeo el más complejo en el asunto.
El descubrimiento de algunas pinturas rupestres con enormes criaturas ha desatado una polémica sobre la existencia de megafauna prehistórica.
Se sabe que a finales del periodo Pleistosceno, hace más de 10 mil años, coexistieron perezosos gigantes, gliptodontes y caballos prehistóricos en la Amazonia colombiana. Pero un nuevo estudio sugiere que también los humanos compartieron espacio con ellos.
En dicha región amazónica, los humanos interactuaron con la megafauna prehistórica. ¡Y no solo eso!, también plasmaron en arte rupestre algunas de las especies que hoy en día están extintas. Las paredes verticales con estas pinturas se descubrieron recientemente en los límites de la selva amazónica, en la Serranía de Lindosa.
Jose Iriarte, arqueólogo de la Universidad de Exeter, es el lider del equipo que realizó tal hallazgo. En 2019, el grupo descubrió un conjunto de paredes a 200 kilómetros del Parque Nacional Serranía de Chiribiquete. En este lugar se encontraron las primeras pinturas rupestres de la región en el año 1986.
El arqueólogo concluyó que las pinturas eran la prueba de que humanos y mega animales convivieron durante el Pleistosceno.
Se trata de 12 kilómetros de paredes verticales llenas de pinturas rupestres que sorprendieron a los arqueólogos por su perfecto estado de conservación. En ellas se muestran escenas de la vida cotidiana de los que posiblemente fueron los primeros humanos contemporáneos en llegar a la amazonia. Estas huellas humanas tienen una antigüedad de más de 12,000 años, y según Iriarte, dichas pinturas son un retrato fiel de la fauna amazónica extinta e incluso actual.
¿Perezosos gigantes o capibaras?
El estudio publicado en Philosophical Transactions of the Royal Society B indica que los trazos de estas pinturas representan aves y tortugas que forman parte de especies que aún habitan la selva; así como perezosos gigantes, elefantes y caballos prehistóricos. Sin embargo, esta afirmación ha causado polémica entre la comunidad científica, especialmente con arqueólogos y paleontólogos.
En la imagen más popular del estudio (mostrada enseguida) está lo que parece ser un perezoso gigante acompañado de una cría y frente a un grupo de humanos. Si la escala de ambos elementos es correcta, la criatura duplica el tamaño de los humanos, lo que quiere decir que la teoría de Iriarte es correcta.
Pero la identificación de especies animales con pinturas rupestres es una práctica muy polémica. Las imágenes al no tener una fidelidad convincente con el espécimen, no son una prueba suficiente para sustentar la hipótesis.
Además, el equipo de Iriarte calcula que las pinturas rupestres de la Serranía de Lindosa tienen entre 12,000 y 8,000 años de antigüedad. Debido a que no se puede estimar con precisión cuándo fueron elaboradas, otros expertos consideran que las pinturas son mucho más recientes de lo que se estima.
La hipótesis de los científicos no involucrados en el estudio es que los animales representados en las pinturas no forman parte de la megafauna prehistórica extinta en los últimos 10,000 años. En realidad son especies conocidas en la actualidad como capibaras, tapires e incluso los caballos traídos desde Europa.
Un nuevo estudio demuestra que Stonehenge pudo funcionar como un calendario solar sumamente preciso para su época.
La noción de que el famoso monumento megalítico Stonehenge funcionó como un antiguo calendario solar ha intrigado a muchos arqueólogos e historiadores desde hace al menos un siglo, pero hasta el momento no se había propuesto ninguna teoría convincente sobre su funcionamiento.
Un nuevo estudio, pionero en su clase, de la universidad de Bournemouth sugiere que 4,000 años atrás el conjunto megalítico funcionaba como un calendario solar, siendo calibrado por la alineación producida a partir de los dos solsticios anuales y estaba basado en un año solar de 365.25 días.
«El calendario propuesto funciona de forma muy sencilla: cada una de las 30 piedras en el círculo de piedras sarsen representa un día dentro de un mes, dividido en tres semanas cada una de 10 días. El mes intercalado, probablemente dedicado a las deidades del sitio, está representado por los cinco trilitos en el centro del sitio», explica Timothy Darvill, autor del estudio en un comunicado.
Hagamos cálculos, Stonehenge necesitaría un día bisiesto y un mes intercalado de cinco días cada 4 años para obtener medidas precisas. Pero Darvill descubrió que en el primer mes marcado en el calendario, se encuentran cinco trilitones (son esas tres piedras que parecen casita) en el centro del monumento y un conjunto de cuatro piedras fuera del círculo, coincidiendo con el día bisiesto.
El calendario entonces parte del solsticio de invierno y de verano, de modo que de dicha manera se calibra para buscar su exactitud. Una técnica casi infalible para evitar errores.
Darvill comenta que es un calendario con semanas de 10 días, que si bien podría parecer inusual comparado con el calendario gregoriano, el monumento se trata de una innovación que en sus tiempos permitió la medición del tiempo por más de 4 milenios.
«Esta clase de calendarios se desarrolló en el Mediterráneo oriental en los siglos posteriores al 3000 a.C. y fue adoptado en Egipto como calendario civil cerca del 2700 a.C. y utilizado ampliamente durante la época del Imperio Antiguo”, concluyó.
Gracias a la desaceleración de la rotación de la tierra, fue posible que las primeras cianobacterias emitieran oxígeno en nuestra atmosfera.
Hace aproximadamente 4.5 mil millones de años, cuando sucedió lo comentado en la teoría del Big Bang, y (no nos referimos a la serie ni al doctor Sheldon Cooper, si no a la explosión de restos de gas y polvo estelar que formaron el sistema solar.) la tierra giraba cuatro veces más rápido que en la actualidad, completando su periodo en 6 horas.
En sus primeros años, la tierra no se parecía a lo que es hoy. En aquel entonces reinaba un entorno hostil para la vida tal y como la conocemos. No fue hasta que la atmosfera cambio abruptamente y el oxígeno se convirtió en un elemento abundante dentro de la atmosfera, y de esta manera las formas de vida explotaron como nunca antes.
Este evento que proporciono el ambiente necesario dentro de la tierra para la emisión de oxigeno es conocido como la gran oxidación. La teoría nos dice que este ambiente se originó a partir de la capacidad de las cianobacterias para hacer fotosíntesis, son aquellas que crean algas y hacen que el agua se vea verdecita
Sin embargo, una nueva hipótesis publicada en Nature Geosciences propone que una de las causas del surgimiento de oxígeno en la Tierra está relacionada con un elemento impensado hasta la fecha: la velocidad de rotación de nuestro planeta.
La tierra gira en su propio eje cada 24 horas, pero como comentamos antes, un día en la tierra de hace 4.5 millones de años duraba 6 horas. Pero por la influencia gravitatoria de la luna provoco la ralentización de la rotación y dio paso a días más largos.
Desde hace 1.4 millones de años, nuestro planeta completaba su día en 18 horas, cifra que fue aumentando de manera continua hasta llegar a 24 horas.
Según la investigación liderada por el Instituto Max Planck para la Microbiología Marina, “el incremento de la duración del día, provocado por la desaceleración de la rotación terrestre, permitió que los microorganismos liberaran más oxígeno, creando al aire que respiramos en la actualidad”.
De igual manera las cianobacterias evolucionaron hasta ser capaces de utilizar la energía solar y producir carbohidratos y oxígeno. Así la vida en la tierra adopto formas más complejas y exóticas todo gracias a que el día dura 24 horas.
Gracias a que los días duraban más, la tierra recibió más horas de luz solar en todos sus puntos, propicio el aumento de oxígeno y adapto la atmosfera terrestre para la vida silvestre.
Los fenómenos naturales coincidieron para propiciar las condiciones ideales para el aumento del oxígeno y su proliferación de la tierra, creando el mayor cambio medioambiental que ha experimentado el planeta.
Los dinosaurios fueron criaturas que vivieron hace más de 66 millones de años y de cuya existencia nos enteramos gracias a la fosilización.
Por lo general, cuando hablamos de fósiles es muy común pensar en huesos de dinosaurio o el esqueleto completo; sin embargo, un fósil puede ser mucho más que eso.
Los fósiles son los restos de organismos o de su actividad biológica, preservados en rocas. Es decir, no solo pueden ser huesos; también lo son las huellas que dejaron marcadas en el suelo, las cáscaras de huevo y hasta restos de excremento. Contrario a lo que se podría pensar, la fosilización es un proceso sumamente raro ya que la materia orgánica tiende a descomponerse rápidamente.
Para que la fosilización ocurra, los restos orgánicos deben pasar por una serie de cambios complejos físicos y químicos. Como también es un proceso lento, el tejido blando de los organismos alcanza a degradarse, por esta razón la mayoría de fósiles son huesos.
Es por eso que el descubrimiento de un dinosaurio con la piel intacta es importantísimo para la ciencia.
El 21 de marzo de 2011Shawn Funk accidentalmente realizó un hallazgo sin precedentes. Él era un operador de equipo pesado que realizaba su trabajo como cualquier día normal, excavando en la región de Fort McMurray en Canadá. De pronto, observó algo que le pareció extrañó y llamó a su supervisor, Mike Gratton; ambos notaron que las piedras se desprendían del suelo y pronto comprendieron que habían encontrado “algo”.
Su descubrimiento fue el de un fósil de dinosaurio extremadamente bien conservado, incluso con parte de su piel. Se trata del fósil mejor conservado hasta ahora, por lo que el hallazgo es uno de los más importantes en el campo de la paleontología.
Este fósil es el de un nodosaurio; especie que vivió al menos hace 110 millones de años. Mark Mitchell fue el afortunado técnico que tuvo el honor de desenterrar el increíble fósil, e incluso de nombrar al dinosaurio; pues una tarea tan exhaustiva merece un reconocimiento. El proceso de extracción del fósil tomó cerca de 6 años, tan solo el cráneo tardó 8 meses en desenterrarse; en total fueron 7,000 horas de trabajo.
Caleb Brown, investigador del Museo Royal Tyrrell en Alberta, Canadá; lugar donde se exhibe el fósil, explicó:
“No solo tenemos un esqueleto. Tenemos un dinosaurio como realmente hubiera sido. Está muy bien conservado. Probablemente cayó a un río y fue llevado al mar, donde terminó hundiéndose. Durante millones de años en el fondo del mar, los minerales ocuparon el lugar de la piel del dinosaurio, preservándolo de una manera súper realista”
En nombre de este dinosaurio es Borealopelta markmitchelli.
Medía cinco metros y medio y pesaba casi una tonelada. De acuerdo con los expertos, era un dinosaurio herbívoro que caminó sobre el planeta durante el periodo Cretácico.
Los expertos aún están tratando de descubrir cuál era el color de piel de este dinosaurio; pues a pesar de su excelente estado de conservación, el fósil está cubierto de tierra y otras sustancias, además de las consecuencias del tiempo. Hasta el momento algunos paleontólogos afirman que su piel era de un color marrón rojizo.
El Museo Royal Tyrrell indica el término correcto para referirse al Borealopelta markmitchelli es el de “momia” debido a la conservación que tiene. No solo los huesos y la piel están intactos, incluso algunos restos de las entrañas del animal eran visibles; esto es un acontecimiento nunca antes visto en la paleontología.
Dicen que la vida es capaz de prosperar en cualquier lugar y casi en cualquier circunstancia, pese a los climas extremos o lugares inhóspitos en el mundo, por alguna extraña razón, seres vivos aparecen y sobreviven a pesar de las expectativas.
Encontrar rastros de vida en Chernóbil por ejemplo se ha vuelto todo un caso de estudio debido la baja probabilidad de que pudiera ser posible. Tal parece ser que en la ruinas del reactor 4 hay presencia de cierto tipo de seres vivos.
Los científicos enfocados en la investigación han logrado catalogar por lo menos 200 especies de hongos viviendo en las ruinas, aunque suene descabellado, la vida en un lugar así es posible.
Aunque estos seres viven en medio de la radiación, se ha comprobado que también se alimentan de ella, por lo que les dieron el nombre de “hongos radiotróficos”, este tipo de especies se arman con melanina, el mismo pigmento que tiene la piel humana y que usa para protegerse de la radiación ultravioleta.
El proceso que realiza tiene que ver con convertir la radiación gamma en energía química esencial para el crecimiento y el sustento.
“En muchos reactores nucleares comerciales, el agua radiactiva se contamina con organismos melanocíticos. Nadie sabe realmente qué demonios están haciendo allí”, dijo a Scientific American el microbiólogo Arturo Casadevall, del Colegio de Medicina Albert Einstein de Nueva York.
El microbiólogo Arturo Casadevall del Colegio de Medicina Albert Einstein en Nueva York y su equipo clasificaron algunos de los hongos que pueden resistir la radiación ionizante de manera más eficiente: Cladosporium sphaerospermum, Cryptococcus neoformans y Wangiella dermatitis.
Además crecen más rápido en presencia de la radiación en Chernóbil, otros de sus estudios han señalado que estos hongos apuntan sus esporas e hifas directamente a la radiación como si quisiera encontrar comida.
“Después del accidente (de Chernobyl), los hongos fueron los primeros organismos en aparecer, y los científicos querían entender cómo pueden prosperar en un entorno así”, dijo Kasthuri Venkateswaran, investigador principal del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, que estudió desde cerca del hongos.
Los investigadores decidieron enviar a ocho especies de hongos de Chernóbil a la Estación Espacial Internacional (ISS) a bordo del cohete SpaceX, su principal objetivo era comprender cómo es posible que los hongos sobrevivan a altos niveles de radiación.
Han pasado más de 5 años desde esa prueba y desde entonces continúan las labores de investigación para tratar de entender a estas criaturas y tener un plan a futuro sobre más resultados prometedores.
Este primate le dio a la NASA la esperanza de enviar a un ser humano al espacio.
El 31 de enero de 1961, Ham se convirtió en el primer chimpancé en viajar al espacio y retornar sano y salvo a la Tierra. El suceso fue de suma importancia y abrió las posibilidades para que Estados Unidos por fin hiciera llegar al espacio a un hombre.
Ham, de tres años de edad, pertenecía al Centro de Medicina Aeroespacial de Holloman, lugar donde fue entrenado para realizar algunas funciones básicas de pilotaje de la nave. Por ejemplo, el mono debía jalar una palanca en respuesta a luces parpadeantes; pero también tenía unas placas en los pies que le daban ligeras descargas eléctricas cuando se distraía.
El proyecto Mercury buscaba simular lo que experimentaría el primer astronauta humano en el espacio exterior, pero usando chimpancés. Ham fue entrenado para este propósito y ese 31 de enero fue puesto en el cohete Redstone 2.
El despegue ocurrió sin incidentes, pero el regulador de aceleración del cohete tuvo un problema que ocasionó un exceso de velocidad. La solución era esperar a que se agotara el oxígeno líquido.
Ham alcanzó una altura de 253 kilómetros y permaneció en ese punto durante 7 minutos, en un estado de ingravidez. En total, el vuelo duró 16 minutos con 39 segundos y la cápsula amerizó en el Océano Atlántico, a 679 kilómetros del lugar donde despegó.
El momento de recuperación de la cápsula era decisivo; y afortunadamente encontraron a Ham sano y salvo. El chimpancé sólo mostraba fatiga y una ligera deshidratación; el equipo le ofreció una manzana que aceptó gustoso.
Haber encontrado a Ham vivo fue la esperanza que la NASA necesitaba para asegurar un futuro donde los hombres pudieran viajar al espacio llegar eventualmente a la Luna y otros planetas. La agencia espacial ya había experimentado enviando monos al espacio en seis ocasiones previas; sin embargo, ninguno de los primates logró sobrevivir al viaje.
Por su parte; la Unión Soviética puso en el espacio al primer ser humano el 12 de abril del mismo año. Yuri Gagarin fue el primer astronauta en realizar un vuelo orbital tripulado. Es hasta casi un mes después que Estados Unidos logra enviar a un astronauta fuera de la Tierra; el 9 de mayo, con Alan Shepard, en un vuelo suborbital.
Ham sin duda cumplió con su propósito y se convirtió en una clase de héroe por haber realizado tal hazaña. Una vez que sus servicios ya no eran requeridos, Ham fue a vivir en el Zoológico de Washington, donde llevó una buena vida desde 1963 hasta 1980. Luego lo trasladaron al Parque Zoológico de Carolina del Norte, aquí permaneció hasta su muerte, el 17 de enero de 1983.
El esqueleto de Ham se conservó para estudios en el Instituto de Patología de las Fuerzas Armadas; mientras que otros restos se colocaron frente al Salón de la Fama del Espacio Internacional en Nuevo México.